jueves, 9 de abril de 2015

Lo que ha costado

Ahora me acuerdo de lo que ha costado llegar a este punto.

Lo de querer tener familia no es de hace cuatro meses, ya hacía varios años que yo quería. Pero siempre había un 'pero'.
Primero era que mi pareja (llamémosle Piter, ya que son cosas bastante privadas, utilizaré nombres falsos)... Pues Piter y yo no vivíamos del todo juntos, yo vivía independizada, y él pasaba conmigo los fines de semana, festivos, y en definitiva cuando le daba gana quedarse. Por más que le dijera que se viniera conmigo, siempre tenía una excusa para no hacerlo, y en el fondo yo sabía que era porque no se sentía preparado, pero aún así, le seguía insistiendo. Evidentemente, en esta situación era impensable que tuviéramos un bebé, por mucho que mi reloj biológico hubiera empezado ha funcionar.

Después de un par de años, me quedé sin trabajo y decidí estudiar para ampliar mi profesión y no perder el tiempo. A lo que más o menos acordamos que, cuando terminara el curso, empezaríamos ha buscar, y él se vendría a vivir conmigo.
Yo creo que me lo dijo para tenerme 'tranquilita' un par de años. Fuera como fuere, yo terminé y él no vino.

La dichosa crisis ya podía palparse con las dos manos, y sin trabajo ni paro, no podía pagar el alquiler del piso, ni siquiera con la ayuda de Piter.
Pero un ángel cayó del cielo y unos familiares míos me ofrecieron una casita en el campo. Por supuesto que no iba ha ser gratis, pero si muy muy barato.  Siempre y cuando trabajáramos en su recuperación y poco a poco fuéramos arreglándolo.
Y con la mudanza Piter empezó  a quedarse más y más. Hasta que no me di cuenta de cuando empezamos la convivencia.
Esta vez, el impedimento para embarazarnos era que yo no tenía trabajo y tenía que buscarlo, y por si fuera poco, tenía que conservarlo un añito o así, para que no me despidieran a la primera de cambio. Y para no variar, tras mis remugones, di el brazo a torcer y me puse como loca a buscar curro.

Como todo el mundo sabe, encontrar trabajo en el 2012 era casi imposible, para colmo engordé una barbaridad y ya tenía el 30 marcado en mi DNI. De veras que busqué, incluso fuera de mi sector profesional! Pero me rechazaban en las pocas entrevistas que me hacían. La gran mayoría de las veces me decían que no cumplía con el perfil (vamos,  que estaba gorda y ya tenia 30 años), o educadamente me aconsejaban que buscara trabajo de lo mio porque no tenían tiempo para enseñar.

Entonces sólo tenía una salida. Montar mi propio negocio.
Me costó casi un año conseguirlo. Tuve que hablar con mucha gente y al final mi familia no tuvo más remedio que ayudarme. Y con todo mi esfuerzo y el de mis seres más queridos, cumplí uno de mis propósitos de mi vida.
Así que otra vez estaba enfrascada, con tantos asuntos en la cabeza que decidimos ser padres cuando mi tienda llevara un tiempo funcionando.

Y por fin llegó el gran día!  La tienda cumplia su primer año, y aunque no funcionaba todo lo bien que a mi me gustaría, parecía el momento ideal para traer una nueva vida al mundo.
Cual fue mi sorpresa, cuando Piter empezó a ponerse a la defensiva.
Se suponía que en octubre o noviembre del 2014 nos pondipondríamos manos a la obra. Pero se conoce que Piter se dio un golpe en los morros con la realidad. Empezó a decir que mejor buscásemos en Navidad, que no corría prisa y que estaba demasiado presionado. Que era algo que tenía que surgir.
Surgir?  Si hombre!  Después de tanto tiempo? Qué más daba un mes antes que un mes después? Y después de otra discusión, le dije que vale, que en Navidad.

Llegó diciembre y mi regla ternterminaba la primera semana del mes. Y nada más se fue le dije toda picantona que nos fuéramos a la cama... Iba a ser el polvazo del siglo! Estaba nerviosa y a la vez  emocionada. Pero esa sensación se esfumó de un plumazo cuando estas palabras salieron de su boca:
-Vale, pero lo hacemos con condón.
Qué qué? Dios! Me dieron ganas de darle un tortazo! Pero sin decir nada, me fui al cuarto, coji la caja de condones, pillé las tijeras de la cocina, y en su cara, uno a uno,los fui cortando  por la mitad mientras le decía:
-A partir de ahora si quieres acostarte conmigo será sin condón!

No se si fue peor el remedio que la enfermedad, pero pasamos un mes horrible. Hablamos, lloramos, chillamos, discutimos, nos abrazamos, volvimos a discutir y a llorar y al final de cada 'charla' parecía que se había hecho a la idea.
Pero no. Cada vez que le decía de hacer el amor, me negaba con cualquier chorrada.
Sus excusas:
* Que  su trabajo no es estable y mi tienda no da lo que tendría que dar.
* Que no se sentía preparado, que no sabia si sería un buen padre.
* Que no tenemos casa propia.
* Que nos cuesta llegar a fin de mes.
Y cada vez que le rebatia alguna cosa, y veía que sus miedos tenían solución, se ponía muy nervioso, le entraban arcadas y necesitaba usar el inhalador porque se quedaba sin respiración.

En vista del éxito, llegué a plantearme si esta relación llegaría a buen puerto. Si mi ansia de ser madre era mayor que mi amor por Piter. Y una vez más, le di más tiempo.

No sé si fue gracias a dios o al espíritu santo, pero con el año nuevo parece que su cacabeza se reseteó. Y a mitad de enero vino a buscarme.
Me dijo que lo quería intentar, que intentaría no pensar en sus miedos, pero que si no plantaba bien, o si no podía terminar, que no me enfadara.
Pero todo fue de maravilla. Hicimos el amor como hacía mucho tiempo que no lo hacíamos. Fue tierno, romántico, y muy dulce en cada caricia.

En ese momento terminó una etapa triste. Porque algo que tenía que ser bonito, la búsqueda de un nuevo ser, nacido de el amor entre dos personas, se estaba convirtiendo en una lucha. Y ese paraíso de amor y confianza empezaba a resquebrajarse.
Pero gracias a lo mucho que nos queremos, al final igualamos la balanza, y ahora sí que buscar un bebé es algo maravilloso.

Dela A a la Z.